CULTURALIA. LA NOCHE DEL TEMBLOR, A UNA DÉCADA

NOÉ GUERRA PIMENTEL*

Este 21 de enero a las 20:06 hrs., el estado de Colima recordará el décimo aniversario del último sismo de gran magnitud en su historia, desde aquel primer registro que se tiene del s.XVI. Hoy, a diez años sabemos que fue de una magnitud entre 7,6 y 7,8º Richter (aunque otras mediciones le dieron 8º), ocasionado por el movimiento convergente entre las placas “Cocos” y “Norteamericana”, con epicentro frente a Cuyutlán, Col., y una duración de 50 segundos con réplicas de entre 3,7º y 5,8º perceptibles una semana después.



La prensa nacional dio constancia de que el sismo se sintió en los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Guerrero, México, Morelos, Puebla, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas y el Distrito Federal, además de las zonas aledañas de Jalisco y Michoacán. De los daños, en Manzanillo se cayeron el añejo edificio Federal y otras instalaciones públicas, además de daños en Casas-habitación; en la capital colimense se inhabilitó la clínica ISSSTE y 3 de las 10 escuelas demolidas en la entidad, además de derrumbes sobre la autopista Colima-Tecomán.

Entre las víctimas fatales se contaron a 23 y se registraron unos 300 heridos, 10 mil viviendas fueron afectadas y hubo daños en el equipamiento y mobiliario urbano y la red eléctrica y de comunicaciones de algunas localidades y, principalmente, en las cabeceras municipales de Colima, Villa de Álvarez y Coquimatlán. El suministro eléctrico se suspendió de inmediato quedando así por varios minutos. La misma noche, en menos de media hora, tanto el Ejército como la Armada aplicaron el Plan DN-III y el Marina, ambas instancias coordinadas de manera presencial por el Gobernador del Estado, Fernando Moreno Peña, quien desde el primer momento y los días siguientes encabezó la organización de las labores de rescate, auxilio y atención a las víctimas.

A todo esto, y refiriendo un poco de historia, se sabe que la concepción de este fenómeno ha evolucionado desde sus primeros registros como en China, donde hay textos que datan de 3000 años y que describen su impacto. Los japoneses y la Europa oriental de hace más de mil 600 años, también se ocuparon de registrar los efectos. En esta región de América, tanto Mayas como Mexicas, dejaron constancia de éste y otros fenómenos naturales como huracanes y tsunamis. En el periodo virreinal de la Nueva España consignó fiel estas y otras calamidades, según constan en los Archivos de Indias.

La mitología griega, dice que Atlas (dios) sostenía al mundo en hombros, y Poseidón, dios de los mares, hacia tambalear al Atlas ocasionando terremotos. En América, los mapuches creían que los terremotos eran causados por seres mitológicos, como la mítica serpiente Trentren. La Iglesia Católica, fiel a su uso de infundir miedo, decía y aún afirma entre ciertos grupos, que los terremotos eran castigos divinos. Igual, han sido causa de supersticiones. Igualmente, grandes obras de la antigüedad fueron destruidas por terremotos: el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría, por ejemplo. Desde la Antigüedad hasta el Medioevo se tuvo una versión mítica de castigo o ira divina. En Japón, se atribuían a un enorme pez gato, que estaba bajo tierra y lo controlaba un dios manteniendo su cabeza enterrada bajo una piedra. Cuando el dios se descuidaba, el pez con fuertes coletazos hacía temblar la tierra.

Los naturales de esta región pensaban que la vida humana se extinguía periódicamente por diferentes calamidades; a cada era o ciclo le denominaron “Sol”. El quinto Sol, el actual, cuyo signo era nahui ollin (“4º movimiento”) que debería terminar a causa de un terremoto. Así, los mexicas pretendían retratar el cataclismo que habría de poner fin al quinto Sol mediante chalchíhuatl, el agua preciosa del sacrificio.

Puede resultar increíble que con tanto avance científico aún a inicios del siglo pasado no existía explicación sobre este fenómeno natural generado cerca de la costa del Pacífico, ello hasta que se desarrolló la teoría de las capas de la Tierra, para entender así que en estas costas la placa marina penetraba en la continental generando los movimientos tectónicos.

*Integrante de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.

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