CULTURALIA. REY COLIMAN, LA REUBICACIÓN

NOÉ GUERRA PIMENTEL*



El del Rey Coliman es el monumento más emblemático de los colimenses, es el indiscutiblemente más identificado motivo de unidad e icono local que con urgencia nos demanda ser visto, observado, revalorado y, si es posible, dignificado en su condición simbólica y motivo de orgullo de los coterráneos.

No sé a quien corresponda por obligación el mantenimiento de esta obra de arte, pero deduzco que su cuidado y preservación nos compete a todos pues fue hecha con dinero público por disposición del entonces Gobernador el Gral de Div. J. Jesús González Lugo a instancias y respaldo del presidente municipal capitalino de aquel entonces (1955), el destacado docente, poeta, político e historiador colimense Ricardo Guzmán Nava.

Develada el 15 de septiembre de 1955, luego de los trabajos iniciados un año antes, para simbolizar el encuentro de las culturas naturales y la española, como un homenaje al mítico líder que con arrojo defendiera a este pueblo, obra del afamado escultor mexicano Juan F. Olaquíbel, escultura épica que labrada en piedra gris representa a un ideal guerrero en pie, establecido sobre una base circular que hace desde la planta más de 7 metros de alto, erguido en actitud defensiva sobre un pedestal con el jeroglífico primitivo de "Acolman" y la inscripción: Rey de Coliman.



En la base semicircular ubicada en el remate del principal acceso que la ciudad capital del Estado tuvo desde los años 50s hasta mediados de los 80s, si se observa, encontraremos que el escultor plasmó en bajorrelieve enmarcado por una greca, escenas de la posible vida cotidiana de la época, como el encuentro de dos culturas, conteniendo además dos inscripciones en forma de pergamino que dicen: "Más fuerte que la historia, tu leyenda es a la vez destino y privilegio" y "Colima exalta aquí las virtudes de tu estirpe como una definición de patriotismo".

Es por ello que al margen de la logística que pudiera implicar y a la que de hecho obligaría la remoción de la mole de piedra que hace al conjunto escultórico del Rey Coliman a otro lugar, creo pertinente, dicho sea con toda convicción, que lo mejor sería analizar su actual emplazamiento y ver cómo mejorando su entorno se le pudiera retribuir la majestuosidad que le robó la muralla de concreto tras la que lo escondieron desde 1985 en el sexenio de nuestra entrañable Griselda Álvarez, con el adefesio y ya muy descuidado paso a desnivel.

Imaginemos: El actual pomposamente llamado Boulevard Carlos de la Madrid Bejar ampliado por lo menos hasta el paso a desnivel sur, con ambas laterales a dos carriles, cada una con ciclovías y trotapistas paralelas por cada sentido, camellón central y banquetas ¿A poco no cambiaría radicalmente esa inconclusa lateral descuidada, oscura, insalubre, insegura y fea que de ordinario evitamos cuando salimos o llegamos a la capital del Estado?
 
Seguro estoy que con solo ese pequeño cambio le repondríamos a nuestro entrañable Rey Coliman mucho del señorío que le quitaron hará ya tres décadas en las que lamentablemente ninguna autoridad ha hecho nada por él, aparte de saturarlo de obstáculos visuales entre semáforos, luminarias, cámaras, etc. Ahora bien, si después de lo anterior no queda de otra que reubicarlo, un lugar que en mi opinión le devolvería su escamoteado garbo, lo sería la muy fea y descuidada “Glorieta monumental”, “Glorieta de la penal”, “Glorieta de los soldados” o “Glorieta del DIF”, al norte de la ciudad entre San Fernando, Emilio Carranza, Galván Nte., Av. Insurgentes y Boulevard o Av. Camino Real, ésta, la entrada más antigua de la ciudad de Colima. Tienen la palabra nuestras autoridades.

*Presidente de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.

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