CULTURALIA. OMNIUM SANCTORUM

NOÉ GUERRA PIMENTEL*
Este sábado oficialmente se inaugura una emisión más del máximo festejo de los colimenses, La Feria de Colima o Feria de todos los Santos, como oficialmente se le conoce desde hace dos años, evento cuya primera referencia histórica se encuentra en una acta del cabildo de Colima de 1572. Otra más la encontramos en la Descripción de la Provincia de Colima que en 1789 hizo Miguel José Pérez Ponce de León, el último Alcalde mayor, cuando habla de las “fiestas públicas de toros”, realizadas juntamente con el fervor que cada año, los primeros días de febrero, citaba San Felipe de Jesús.

Luego de varios lustros de nulas alusiones al festejo, se documenta que a instancias de Leandro Bravo, el segundo representante federal por el Territorio de Colima fue hasta 1826, según el decreto publicado el 21 de abril de ese año, cuando el entonces Congreso general autorizó una Feria para Colima, sin pago de impuestos por un periodo de quince días y con carácter anual para diez años a realizarse del 5 al 20 de marzo, aunque solo al siguiente año tuvo lugar, suspendiéndose luego por más de setenta años hasta 1896 para resurgir en otra época anual, en la que actualmente la conocemos de octubre noviembre, realizándose en la Plaza Principal, el hoy jardín de La Libertad.
En 1911, precisamente el 11 de octubre, el cabildo de Colima acuerda su traslado al Jardín general José Silverio Núñez, después de 15 años de haberse celebrado en el jardín de La Libertad. Dos años después se define su ocupación con el nombre de “Feria de Todos Santos”. Al año siguiente, en la emisión de 1934, obra y gracia del Gobernador José Campero, por cierto interino, asume su administración y modifica su original denominación convirtiendo a la "Feria de Todos Santos" en "Feria Regional, Agrícola, Ganadera, Comercial e Industrial del Estado de Colima", lo que en usos la gente, que tácitamente rechazó el nombre, devino en “La Feria Regional”, como se le llamó desde entonces hasta 1958, periodo en el que se le adicionó el apelativo “Cultural”.
En 1958 se decidió su traslado del Jardín Núñez a la Unidad Deportiva "Ignacio Zaragoza", frente a la 20ª Zona Militar, donde ocupó toda una época en las vivencias anuales de los colimenses y en cuyas instalaciones sobre 1962 se le construyó el Casino, con una estructura cóncava cubierta con lámina de zinc, montada sobre la pista de baile en cuyo derredor se acomodaban los espectadores ubicados en tres niveles descendientes. En 1978 el gobierno del Estado tomó la decisión de construir instalaciones definitivas para la reconocida como “Feria Regional de Colima”, esto en terrenos de la Estancia distante a 7 kilómetros del centro de la ciudad de Colima. En decreto del 30 de Abril de 1992, el 2 de mayo del mismo año se creó el Instituto de Fomento de Ferias y Exposiciones de Colima –IFFECOL-, como organismo público descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios, cuyos fines son planear, organizar, ejecutar y evaluar las actividades relacionadas con la Feria Estatal y las otras ferias que se realizan en el Estado, con oficinas en las mismas instalaciones de la Feria. En 1998, con el propósito de unificar su identidad y rescatar el aspecto más tradicional de su celebración, oficialmente se le renombró oficialmente “Feria de Todos Santos”, según decreto No. 51, traducción literal del latín Omnium Sanctorum, De todos Santos, lo que fue bien aceptado ya que con su originalidad rememoraba lo añejo del festejo, aunque se generó una banal polémica, lo que al final gracias al oficio de un diputado local se le hizo una adición, para quedar como “Feria de Todos Los Santos” por la LV legislatura.
A la fecha la feria se mantiene por su propia tradición, como por inercia; un evento del que vemos su esencia comercial, pero que también reclama ser cultural, de aportes a la identidad y de memoria, de unidad, de un modo social y ritual, para que se constituya en otro de los motivos que permitan reconstruir este agredido presente y vigorizarnos socialmente a futuro. Una fiesta que sobrevive aún estando en juego su definición vocacional y su orientación mutualista a favor de los colimenses. Por lo que es necesario reconsiderar, entre otras, sus dimensiones y alcances y su necesario replanteamiento buscando reintegrarle su original esencia. *Presidente de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.

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